Hola dimathian@s!!
Hoy traigo un texto que escribí con mi querida Déborah para un ejercicio de Adictos a la escritura.
Ha sido una experiencia muy divertida y sin duda quiero repetir jeje.
Aquí os dejo el link de su blog:
http://escribolee.blogspot.com/2015/03/maria-orgaz-y-deborah-f-munoz-se.html
Y aquí va el texto que escribimos entre las dos :) espero que os guste
***
Me
levanto, hago que los niños se preparen para el cole a toda prisa,
les llevo, voy al trabajo, vuelvo a casa y tomo un tentempié
mientras recojo la casa, voy a por los niños, hago los deberes con
ellos, descanso un poco mientras miran los dibujos, les doy de cenar
y les mando a la cama. Luego llega mi marido, le doy un beso, abro el
doble fondo del armario y me armo hasta los dientes. Parece una
tontería, pero después del estrés del día, ir a cazar monstruos
me ayuda a liberar toda la tensión y, de paso, ayudo a hacer un
mundo mejor para mis hijos.
Todavía
recuerdo la primera vez que maté a un vampiro, fue una experiencia
extraña y emocionante al mismo tiempo. Recuerdo que regresaba a casa
tras un día agotador en el trabajo. Atajé como siempre por el
parque que hay tras mi casa pues tenía muchísimas cosas que hacer,
cuando delante de mi se paró un chico moreno. No le veía demasiado
bien porque ya estaba anocheciendo, pero jamás se me podrán olvidar
aquellos intensos ojos que me taladraron con la mirada. Supe que no
era humano porque unos colmillos asomaban en su boca. No me lo pensé,
miré a mi alrededor y vi una rama rota de un árbol para cogerlo
como arma defensiva. Aquel ser se movió rápidamente para atacarme,
pero hice acopio de todas mis fuerzas y le hundí la rama en el
pecho.
Ahora
sé que tuve mucha suerte aquel día: los vampiros no suelen ser tan
fáciles de matar. De hecho, las dos veces siguientes que me topé
con uno casi perdí la vida y sin duda habría acabado muerta de no
haberme topado con el cazavampiros que más adelante se convertiría
en mi esposo. Pero algo se había removido en mí: siempre había
soñado que, cuando me casara, mis hijos jugarían en ese parque.
Saber que en cuanto oscureciera cualquier monstruo podía ir allí y
hacer daño a mi futura familia podía conmigo. Para evitar que algo
así ocurriera, tenía que limpiar la ciudad. A día de hoy, todavía
no lo hemos logrado. Por eso nos turnamos: una noche mi marido se
queda con los niños para protegerlos mientras yo salgo de casa, a la
siguiente cambiamos los papeles.
Pero
llevar una vida normal, con trabajo, marido e hijos es bastante
complicado teniendo en cuenta el trabajo nocturno que realizamos.
Pues el sueño puede conmigo en ocasiones, mi marido tiene más
resistencia que yo y eso se nota. Aunque no quiero decir nada nada,
llevo varias noches de vigilancia que me resulta más complicado
acabar con aquellos vampiros. Me siento cansada, con mucho sueño, a
veces me siento a punto de desfallecer. Ayer tuve miedo por mi vida,
pues durante una pelea empecé a ver doble a mi contrincante y él
aprovechó para golpearme y hacerme caer al suelo.
Una
vez más, la suerte estuvo conmigo: algo despistó a la criatura y
pude reaccionar. Pero no puedo permitir que eso vuelva a ocurrir, mis
niños aún son demasiado jóvenes y su padre no puede defenderles y
salir a patrullar a la vez. Así que, como mi zona está tranquila,
decido pasarme por la de otros compañeros cazavampiros para que
patrullemos en pareja. Cuando llego a donde está Katinka casi espero
que se muestre tan arrogante como siempre pero, al verme, suspira y
me dice que se alegra de verme, que está agotada y cada día le
cuesta más acabar con los vampiros. Eso es muy preocupante. ¿Es
posible que este malestar sea algo generalizado y que, en nuestro
intento por parecer más duros de lo que somos, no lo hayamos
compartido con nuestros compañeros?
Según
pasan los días, las cosas siguen igual y tengo que tener cuidado
para no salir herida, pues mi marido es el hombre más protector que
hay en el mundo. Lo malo es que el malestar no se me pasa, cada día
me siento más cansada, duermo peor. A pesar de que mi apetito no se
ha resentido, a veces siento nauseas. Como hoy no me toca guardia a
mi y los niños ya están dormidos, prefiero asegurarme de que no
estoy enfermando con una gripe o algo porque entonces no podré hacer
las vigilancias. Lo curioso es que no tengo fiebre, ni tos. Decido
mandarle un mensaje a Katinka, tal vez ella me puede ayudar, ya que
sé que siente el mismo malestar que yo. “No tengo fiebre, pero
cada día me encuentro peor. Estoy preocupada. ¿Habremos cogido
algo? Dime algo que estoy preocupándome mucho...”
Se
acabó, no podemos seguir así: continuar con esto sin estar en plena
forma es un suicidio. Convenzo a Katinka para que faltemos al trabajo
a la mañana siguiente y vamos las dos juntas a visitar a Frederik.
Además de cazavampiros, es un doctor muy reputado y podemos confiar
en él para que nos haga todas las pruebas necesarias con rapidez y
discreción total. Lo primero que nos dice es que él se encuentra
bien y que ningún otro cazavampiros está teniendo los mismos
problemas que nosotras. Eso nos tranquiliza: el día que los vampiros
empiecen a usar la tecnología para luchar contra nosotros estaremos
perdidos. Pero, entonces, ¿qué nos pasa? Frederik nos hace todas
las pruebas y nos quedamos allí, esperando, hasta que le llegan los
resultados. Entonces abre los informes... y se echa a reír.
-¿De
qué se ríe? -pregunta Katinka con extrañeza.
-No
estáis enfermas, aunque si que tenéis algo, que no se os “quitará”
hasta dentro de unos meses.
Nos
acerca el papel con los resultados. Katinka lo ha cogido primero y
veo que se pone blanca como la pared. Empiezo a asustarme, ¿Pero qué
tenemos para que se quede blanca mi amiga?
-Embarazadas...
-dice ella.
-¿Cómo
que embarazadas? -pregunto atragantándome.
Estamos
embarazadas en plena lucha contra vampiros, desde luego el panorama
pinta mal por el hecho de que con los embarazos nuestras vidas corren
más peligro. Por no hablar de que no sabemos lo que pensaran
nuestros maridos de las inesperadas noticias. Hay que pensar en lo
que vamos a hacer a partir de ahora.
Pero
a mí no me preocupa. Ya pasé por esto dos veces antes y pude seguir
luchando hasta poco antes del parto, aunque con los embarazos
anteriores no me sentía tan indispuesta. Supongo que es lo que
tienen unos cuantos años y muchas obligaciones más. Habrá que
reorganizarse y será todo un poco más complicado, pero una cosa
tengo clara: mi lucha no ha terminado.
Cuando
llegue a casa le voy a contar a Derek la noticia de que vamos a
ampliar la familia. Así que voy a preparar una rica cena para poder
hablar con él. Conozco muy bien a mi marido y sé que adora ser
padre, pero por si acaso, prefiero allanar el camino antes de soltar
la noticia. Llego a casa y me pongo a hacer una rica cena antes de
que llegue. Él adora los huevos revueltos con chorizo así que
empiezo a cocinar. Y también hago una tarta de galletas con
chocolate, pues por muchos años que pasen mi marido adora el
chocolate tanto como yo.
Llega
a casa agotado, pero en cuanto ve lo que tengo preparado sonríe y me
dice: -Ya estabas tardando en contármelo. ¡Se había dado cuenta!
Me dice que en ningún momento he corrido peligro, que había pedido
a algunos compañeros que me echaran un ojo y que hubieran
intervenido si lo hubiera necesitado. Lo mejor de todo es que ha
pensado en todo y que tiene un plan. Adoro a este hombre.
Sé
que todo va a ir bien, pero con lo protector que es, no me deja salir
tantas noches a patrullar. Evidentemente sé que tengo que tener
cuidado ahora que tengo una vida creciendo en mi interior, pero de
momento que el embarazo no está avanzado, puedo seguir luchando y
patrullando. Pero Derek es cabezota, bueno no, es el más cabezota
entre los cabezotas del mundo. Según aumenta mi embarazo y el de
Katinka, nuestros esposos son más protectores y maniáticos.
Ver
cómo crece mi tripita es algo... es mi tercer embarazo pero me sigo
sorprendiendo del milagro de la vida. En mi quinto mes de embarazo mi
tripa es enorme, más que en los dos embarazos anteriores. Me siento
torpe y cansada, y ya hace muchas semanas que Derek no me deja salir
a patrullar. Solo me deja hacer el papel de madre que cuida a sus
hijos y descansa. Voy caminando junto a Katinka para recoger a
nuestros hijos del colegio. Las dos caminamos muy lentas, pero como
hemos salido con tiempo, todavía no es la hora.
Salen
nuestros torbellinos con la misma energía que siempre a saludarnos y
abrazarse a nuestras tripas. Están muy alegres por la llegada de los
bebés, y tengo que reconocer que nos cuidan mucho. Regresamos a casa
con calma mientras ellos juegan y corretean a nuestro lado, aunque no
son demasiado mayores, ya saben la clase de monstruos que acechan el
mundo.
****
El
parto se adelanta casi un mes. Es luna llena y la noche ha caído ya
hace un rato. Mi marido está de caza: le llamo, pero tengo que salir
ya o daré a luz aquí mismo. Por suerte, el hospital está a un par
de manzanas de casa, así que cojo a los niños y vamos para allá.
Estamos a mitad de camino cuando el vampiro nos corta el paso. No
llevo armas, pero lucho con todas mis fuerzas, por mis hijos y por el
que está por nacer. Mis niños, tan valientes ellos, no se
amedrentan y hacen lo posible por ayudarme, pero el dolor es tremendo
y no sé si podré con él. Entonces una estaca atraviesa el corazón
de mi adversario y Katinka me sonríe: -Dicen que con la luna llena
las embarazadas se ponen de parto. Va a ser verdad. Suerte que te he
visto desde el taxi. Ambas recorremos lo que queda de distancia hasta
el hospital y entramos a la vez en el paritorio.
Dos
partos antes que este ya me previenen de lo que está por llegar, y
aún así estoy un poco asustada, pues quiero que mi bebé salga sano
y también el de Katinka. Antes de que nos demos cuenta, pero tras
muchos dolores y contracciones, tenemos a nuestros bebés entre los
brazos y nuestros maridos están a nuestro lado. Katinka sostiene
entre sus brazos a un precioso niño de piel blanca. Mi marido
sostiene a una niña menudita con los mismos rasgos físicos que los
míos.
La
vida se presenta complicada con tres hijos y un mundo lleno de
vampiros, pero sé que mi marido y mis amigos están siempre que los
necesitamos. Doy gracias cada noche que los veo descansar
plácidamente mientras nosotros acabamos con los monstruos que
quieren estropear nuestra bonita ciudad.