Minirrelato.... Alma gemela (San Valentín)
Alma gemela
“Cuando
le miré a los ojos vi que su alma era un reflejo de la mía…”
Amanda recordaba aquella frase, pues fue lo que pensó en el mismo
instante en el que miró a Eiden a sus profundos ojos marrones. Se
habían conocido hacía seis meses en el parque mientras Amanda
jugaba con su hija Evelyn. Era una niña adorable de pelo castaño y
ojos verdes como los de su madre. Llevaban solas desde que su novio
la había abandonado al dar a luz a la pequeña.
El día que se conocieron, Eiden paseaba por el parque, no podía
creer que su mujer le hubiera sido infiel con su vecino. Necesitaba
despejarse, aclarar las ideas, aunque lo que sí que tenía claro era
que no volvería con ella, porque no había sido un desliz de una
noche, si no que le llevaba engañando meses, por lo que era una
traición demasiado grande. Se sentó un rato en uno de los bancos
del amplio parque, estaba lleno de niños y de madres, padres había
pocos… Sonrió al mirar jugar a los niños y niñas, sin problemas
ni preocupaciones tan solo decidir a qué jugar. Pasada una hora vio
que una niña preciosa que se tropezó en los columpios y se cayó al
suelo, corrió para auxiliarla.
-Pequeña ¿Te has hecho daño? ¿Quién es tu mamá? –preguntó
observándola para ver si tenía heridas.
-Evelyn, ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien, mi niña? –se escuchó
una voz a la espalda de Eiden, había mucha preocupación en su voz.
Amanda se agachó para socorrer a su hija, casi sin percatarse del
chico. Cuando se aseguró de que su hija estaba bien y no tenía nada
más que un raspón en las rodillas, miró al joven para darle las
gracias por ayudar a la niña. Al mirarle a los ojos se quedó sin
palabras, ambos conectaron de una manera única.
-Gracias por ayudar a mi hija, es que la perdí de vista un segundo y
escuché su llanto.
-Tranquila, estaba aquí sentado frente a ella y la vi caer. Pero se
encuentra bien –respondió Eiden con amabilidad.
No hicieron falta más palabras, pues durante unos segundos el mundo
se evaporó solo existían ellos dos y Evelyn, como si el resto del
mundo no importara. Después decidieron ir a tomar algo a un bar para
charlar un rato. Fue como tener un deja vú porque sintieron que ya
se conocían. Eran dos personas muy afines y casi sin palabras se
podían expresar. Evelyn estaba asombrada por Eiden, era como el
príncipe de un cuento.
-¿Puedes jugar conmigo todos los días? –preguntó con inocencia
interrumpiendo la conversación.
-Pues eso depende de tu mamá.
-La verdad es que no me importaría, pero no puedes ser pesada con
él, que te conozco y cuando juegas no tienes límites.
-Vale, mami.
Todas las tardes Eiden, Amanda y Evelyn quedaban. Evelyn se divertía
mucho, mientras que Eiden y Amanda se conocían más, contándose
cosas de sus vidas. Pero ninguno de los dos daba un paso más allá,
como mucho algún beso esporádico, pues los dos habían sufrido
mucho y no querían sufrir más. Lo peor llegó un día que mientras
que jugaban en el parque con la niña tuvieron una visita inesperada.
-Así que ya me has remplazado por otra –Eiden conocía bien la voz
de su casi exmujer.
-¿Qué quieres Carolina? Te dije que no quiero volver a verte hasta
que esté la resolución de divorcio.
-Te vi por casualidad. Y te recuerdo que todavía soy tu mujer
–recordó mientras se le llenaba la boca al decir aquellas
palabras.
-Tú ya no eres nada para mí. Déjame en paz que estamos
divirtiéndonos y nos estropeas el momento.
-¿Y ya te has ido a la cama con ella? A saber con cuántos se ha
acostado y si tendrá más hijos por el mundo –dijo sonriendo de
forma irónica.
Aquellas palabras ofendieron mucho a Amanda, que se acercó a ella
con un gran enfado. Le quiso dar un bofetón pero Eiden detuvo su
mano. La joven se extrañó y le miró ofuscada.
-No merece la pena. No hay mejor desprecio que no hacer aprecio.
Además nosotros lo estábamos pasando genial con la niña.
Cogió a la chica de la mano y se acercó hasta Evelyn para seguir
jugando. Amanda se relajó pues llevaba toda la razón. Tal desprecio
ofuscó mucho a la exmujer de Eiden, que se marchó corriendo al ver
que su plan no había funcionado.
Estuvieron un par de horas más en el parque. Cuando empezó a
anochecer decidieron marcharse para que la niña descansara. Estaban
llegando a casa cuando casi de la nada apareció nuevamente Carolina.
En su rostro se apreciaba la rabia y furia que recorrían su
interior.
-Si no eres para mi, no serás para nadie -amenazó mientras les
apuntó con una pistola.
-¿Te volviste loca? -Eiden no podía creer que Carolina tuviera un
arma en las manos y estuviera dispuesta a matar.
- Creo que la mataré primero a ella para que así sufras más,
después a la mocosa y terminaré finalmente contigo.
Eiden se asustó trató de proteger a Amanda y a Evelyn con su
cuerpo para evitar los disparos. No permitiría que su exmujer matase
a las dos personas más maravillosas para él. La adrenalina recorría
todo su cuerpo por el miedo del momento y se abalanzó sobre Carolina
para quitarle el arma.
Forcejearon y aunque Eiden tenía más fuerza, Carolina no soltaba
la pistola que acabó disparándose. Alcanzó al joven en la pierna
que gritó de dolor. Aunque el joven estaba herido consiguió noquear
a Carolina que cayó inconsciente al suelo.
Amanda lo había visto todo, protegió a Evelyn con su cuerpo y
llamó a la policía rezando porque tardasen poco en acudir a
auxiliarlos. Afortunadamente la policía llegó pronto al igual que
la ambulancia. La joven madre soltera no podía dejar de mirar con
preocupación y admiración a Eiden, casi sin conocerlas había
estado a punto de perder la vida sólo para salvarlas... Jamás se le
olvidaría...
****
1 año más tarde...
-Cariño, vamos a llegar tarde a recoger a la niña al colegio. ¿Te
falta mucho para estar lista? -preguntó Eiden esperando en la puerta
de la habitación con impaciencia.
-No es fácil vestirse con una barriga de 6 meses, por no hablar de
lo mal que me veo con toda la ropa... -comentó con un puchero
mientras salió de la habitación con un bonito vestido premamá de
color azul.
-Estás adorable y te quiero tal y como eres. Así que vámonos.
Eiden ayudó a Amanda a bajar las escaleras del portal para caminar
tranquilamente hasta el colegio. Le venía muy bien a Amanda dar
paseos por el embarazo.
Desde el día en que el joven la salvó, se dio cuenta de que a
pesar del miedo a volver a sufrir por amor, merecía la pena correr
el riesgo. Y no se arrepentía. Estaba feliz, embarazada y su hija
adoraba a Eiden. Siempre hay que dejarse guiar por el corazón y por
el amor.
Me ha parecido muy dulce y tierno, y lo de la pistola bonito. Al final estaba esperando un giro raro, cuando has puesto lo de un año más tarde he pensado que iba a pasar algo. Me ha gustado que no pase nada y el final es romantico. Un abrazo.
ResponderEliminarMuy adorable y deja un hermoso mensaje al final sobre no dejarnos vencer por las adversidades. Felicitaciones :)
ResponderEliminarQue interesante historia
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