Minirrelato: Inesperada Invasión
Los primeros rayos de sol me
dieron en los ojos, despertándome casi de golpe y haciendo que abriese los ojos,
con lo que la luz me molestó más todavía. La resaca por la bebida de la noche
anterior taladraba mi cabeza como si de mil agujas se tratase.
No recordaba bien la noche
anterior, sólo que estaba en aquella fiesta en la playa y que vi a aquella
chica, nos fuimos a bailar y después a un lugar más apartado para estar juntos
y… no era capaz de recordar nada más.
Me encontré en una pequeña
cabaña con una única ventana por la que me había entrado el sol que me despertó. Era una
estancia vacía en la que sólo había una cama a la que estaba atado.
¡Mierda! ¿Cómo había acabado allí? ¿Quién me había hecho eso? ¿Y la
chica estaría también atada? Entonces escuché como la puerta se abrió
lentamente. Giré la cabeza y mi rostro se desencajó cuando observé cómo la
chica entraba por la puerta con una amplia sonrisa en los labios.
-¿Qué se supone que haces?
-Quiero seguir divirtiéndome -su
sonrisa inocente y dulce me hizo sentir un escalofrío pero no entendí por qué.
-¿Qué me hiciste?
-¿No lo recuerdas? –su pícara
sonrisa me hizo imaginar lo que hicimos–. Pasamos la noche juntos. Me divertí
mucho, pero debo asegurarme de que mi pequeño se implantó como es debido y que
todo va bien.
-¿Tu pequeño? ¿Dónde lo has
implantado? –mi gesto era de puro terror mientras la observaba reírse.
No tuve que espera una respuesta
por parte de aquella chica, pues sentí que algo se movió en mi interior. ¿Cómo era posible? ¿Qué era aquello? ¿Quién
o qué era aquella chica de cabellos rubios y ojos verdes?
-Ya casi está listo -sonrió.
Un dolor agudo empezó a
recorrerme por el estómago. Sentí cómo algo se movía dentro de mi cuerpo. Algo
estaba dentro de mí y se movía con brusquedad, pude notar cómo subía por mi
cuerpo, y pronto vi que algo que trataba de abrirse paso por mi garganta. Unas
tremendas arcadas acudieron a mí, tratando de eliminar aquello que me limitaba
el oxígeno que entraba en mis pulmones.
Mi cuerpo se esforzaba por
expulsar aquel intruso con vida que trataba de quitarme el oxígeno pero que a
la vez intentaba salir de mi cuerpo. Tras varios intentos, noté como mi lengua
se impregnaba de algo pegajoso y nauseabundo que hizo que las arcadas fueran
más seguidas, hasta que algo cayó al suelo. Lo observé y parecía una especie de
babosa verde, pero que no se parecía a ningún animal conocido.
La chica lo cogió cariñosamente
entre sus manos y sonrió. Su piel empezó a romperse hasta que pude ver que tras
esa piel se escondía un cuerpo con aspecto de babosa pero físico similar a los
humanos.
Gracias a ti, podemos empezar la
invasión. –dijo mientras su cuerpo seguía camuflándose en un cuerpo humano al
igual que la pequeña cría que llevaba en sus brazos.
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