Minirrelato. Cambio radical (aviso es un poco subido de tono)

Cuando cumplí un año de soltería tras una relación de 5 años decidí salir. Aquel año no había sido demasiado bueno para mi, no me había querido acercar a los hombres, no tenía ganas. Era cierto que quería sentirme querida, que tenía la necesidad de sentir que alguien se preocupaba por mi, pero solo había conocido a idiotas.

Un día mientras estaba de compras, me choqué con una chica en una de las tiendas, iba distraída, no la vi y nos chocamos sin querer. Era una chica de mi altura, más o menos parecida a mi y al chocarnos me sonrió. Decidimos presentarnos y continuar de compras juntas, pues ese pequeño choque nos había despertado a las dos, ya que ella también estaba algo triste.

Tras una tarde de risas, de compras y de diversión nos fuimos a mi casa para ver una película. Habíamos cconectado, habíamos encontrado a una persona en la que apoyarnos y desahogarnos. Así que nos fuimos alegremente a mi casa. Yo tenía muchos DVD y nos dimos cuenta de que teníamos unos gustos parecidos.

Decidimos poner Silent Hill. A mi me gustaba mucho, pero tenía que reconocer que a veces me daba un poco de miedo verla por algunas escenas de la película. Pusimos palomitas y refrescos y empezamos a ver la película. No pasó mucho rato, cuando me asusté ligeramente por la película y me acurruqué contra Leire. Ella me cogió la mano para intentar calmarme y me detuve a mirarla a los ojos.
Estábamos tan cerca que podíamos sentir nuestras respiraciones. Antes de que me diera cuenta sentí los labios de Leire rozando los míos. Comenzamos a besarnos y acariciarnos por todo el cuerpo. Casi sin pensarlo nos fuimos hasta mi cama. Nuestras ropas volaron por la habitación mientras nuestros cuerpos se rozaban. Las dos sentíamos mucho placer, cada vez estábamos más excitadas besándonos y disfrutando del placer intenso que estaba transportándonos al clímax.

En el momento en que las dos explotamos de placer sentimos que nuestras almas estaban completas, que habíamos encontrado a nuestra mitad, a la persona que nos entendería y cuidaría para toda la vida.