Minirrelato: Nuevas fuerzas
Hacía días que me notaba sin ganas, sin fuerzas.... nada me motivaba. No quería hacer nada, solo tumbarme y pensar en la nada, mirando al horizonte y sin ningún objetivo.
Estaba viendo que toda mi vida se me descontrolaba, pero por el hecho de que no ponía orden mis obligaciones y mis aficiones. Lo cierto es que era difícil, muy difícil, quizás una tarea de titanes, pues teniendo todo el mundo en contra no me sentía con fuerzas. Cuando todo son tropiezos, cuando todo se desmorona y cuando no se ve la luz al final del camino, no se podía hacer nada.
Y estar allí junto al puente mirando al agua y con ganas de saltar..... no me veia con fuerzas para seguir, pero tampoco me veía con ganas de saltar, no estaba convencida, y lo cierto es que era muy cobarde. Tal vez por eso había llegado a estar al borde de perder mi trabajo, mis amigas y a mi pareja. Pero la presión en mi familia estaba acabando con mis ganas de vivir.
Lo que menos me esperaba es que Juan apareciese alli para hablar conmigo.
-Por favor, no lo hagas... sé que estás al límite, pero te necesito, te amo, eres la mujer de mi vida -dijo con la voz temblorosa.
-Lo sé, pero estoy abrumada, de los nervios y voy a reventar.
-Por favor... te lo suplico -al decir eso se arrodilló a mi lado.
Me quedé observándole y no pude evitar derretirme con su mirada, con esos intensos ojos de color marrón chocolate que tanto adoraba. Me alejé del puente y me agaché a su lado para abrazarle y sentir su calor.
Nos fundimos en un cálido beso que me renovó por dentro, que me hizo ver la luz. Mi novio era mi vida, era mi luz, era la cándida vela que me guiaba en el mundo y no quería perderlo por nada del mundo, pues su deliciosa mirada era el tesoro más preciado que tenía y que tendré.
Estaba viendo que toda mi vida se me descontrolaba, pero por el hecho de que no ponía orden mis obligaciones y mis aficiones. Lo cierto es que era difícil, muy difícil, quizás una tarea de titanes, pues teniendo todo el mundo en contra no me sentía con fuerzas. Cuando todo son tropiezos, cuando todo se desmorona y cuando no se ve la luz al final del camino, no se podía hacer nada.
Y estar allí junto al puente mirando al agua y con ganas de saltar..... no me veia con fuerzas para seguir, pero tampoco me veía con ganas de saltar, no estaba convencida, y lo cierto es que era muy cobarde. Tal vez por eso había llegado a estar al borde de perder mi trabajo, mis amigas y a mi pareja. Pero la presión en mi familia estaba acabando con mis ganas de vivir.
Lo que menos me esperaba es que Juan apareciese alli para hablar conmigo.
-Por favor, no lo hagas... sé que estás al límite, pero te necesito, te amo, eres la mujer de mi vida -dijo con la voz temblorosa.
-Lo sé, pero estoy abrumada, de los nervios y voy a reventar.
-Por favor... te lo suplico -al decir eso se arrodilló a mi lado.
Me quedé observándole y no pude evitar derretirme con su mirada, con esos intensos ojos de color marrón chocolate que tanto adoraba. Me alejé del puente y me agaché a su lado para abrazarle y sentir su calor.
Nos fundimos en un cálido beso que me renovó por dentro, que me hizo ver la luz. Mi novio era mi vida, era mi luz, era la cándida vela que me guiaba en el mundo y no quería perderlo por nada del mundo, pues su deliciosa mirada era el tesoro más preciado que tenía y que tendré.
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