Mi diario
De pequeña escribía un diario, y al pasar los años y cumplir 26 lo encontré, bueno, los varios que escribí. Pero las cosas que leía no paraban de hacerme reír, pues los mayores problemas que tenía con 8 años eran bien sencillos: que una amiga dejase de hablarme por un cuento, si me quedaba sin chucherías...
Ay... si volviese a tener esos 8 años... porque desde luego verme en las situación en la que estaba no era la más adecuada... Estar embarazada y pretendiendo a dos chicos no era en lo que yo pensaba que estaría haciendo cuando escribía esos diarios. Y lo peor de todo era que ninguno de los dos chicos era el padre de ese bebé.
Pero cuando Daniel me preparó aquel viaje a Roma, y me llenó la casa de flores y globos no pude evitar explotar de alegría. En ese viaje, conocí más a Daniel, pues con Álvaro no había tenido demasiados acercamientos. Ver aquella ciudad que era mi sueño, embarazada y junto a Daniel fue como un sueño para mi.
Y cuando estábamos en lo mejor del viaje, empecé a sentir contracciones. Faltaba un mes, no podía comprenderlo, porque era demasiado pronto. Pero tuve que ir con Daniel a un hospital de urgencia. Tras varias horas angustiosas y preocupantes para mi y también para él, tuve en mis brazos a mi pequeña Melinda, tan pequeña y bonita que ni me creía el hecho de tenerla entre mis brazos.
Daniel estaba anonadado con mi pequeña, con su pequeña, porque al ver cómo me habia tratado y la manera en la que miraba a Melinda delataban que eran padre e hija sin dudarlo. Pues un padre es quien da cariño y cuida al bebé, y no solo quien pone la sangre.
al fin tenia una familia, que a fin de cuentas, era lo que más ansiaba tener en esos diarios que escribía cuando tenía 8 años.
Ay... si volviese a tener esos 8 años... porque desde luego verme en las situación en la que estaba no era la más adecuada... Estar embarazada y pretendiendo a dos chicos no era en lo que yo pensaba que estaría haciendo cuando escribía esos diarios. Y lo peor de todo era que ninguno de los dos chicos era el padre de ese bebé.
Pero cuando Daniel me preparó aquel viaje a Roma, y me llenó la casa de flores y globos no pude evitar explotar de alegría. En ese viaje, conocí más a Daniel, pues con Álvaro no había tenido demasiados acercamientos. Ver aquella ciudad que era mi sueño, embarazada y junto a Daniel fue como un sueño para mi.
Y cuando estábamos en lo mejor del viaje, empecé a sentir contracciones. Faltaba un mes, no podía comprenderlo, porque era demasiado pronto. Pero tuve que ir con Daniel a un hospital de urgencia. Tras varias horas angustiosas y preocupantes para mi y también para él, tuve en mis brazos a mi pequeña Melinda, tan pequeña y bonita que ni me creía el hecho de tenerla entre mis brazos.
Daniel estaba anonadado con mi pequeña, con su pequeña, porque al ver cómo me habia tratado y la manera en la que miraba a Melinda delataban que eran padre e hija sin dudarlo. Pues un padre es quien da cariño y cuida al bebé, y no solo quien pone la sangre.
al fin tenia una familia, que a fin de cuentas, era lo que más ansiaba tener en esos diarios que escribía cuando tenía 8 años.
Es tan bonito ver los problemas que teníamos hace años y ser capaces de reírnos de ellos... Eso me hace pensar que, aunque mucho más adultos ahora, dentro de unos años también me reiré de las cosas que me preocupan con 25. Tiempo, experiencia y perspectiva. ¡Esperemos!
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