La bruja golosa
Hola Dimathian@s!
Aquí os traigo algo diferente y peculiar. El otro día en clase en la universidad, en la asignatura de biblioteca, tuvimos que coger un personaje malo de algún cuento y contar el cuento desde su versión. En realidad era como si fuéramos niños inventándonos el cuento, así que salió algo muy divertido. Espero que os guste y que opinéis.
Aquí os traigo algo diferente y peculiar. El otro día en clase en la universidad, en la asignatura de biblioteca, tuvimos que coger un personaje malo de algún cuento y contar el cuento desde su versión. En realidad era como si fuéramos niños inventándonos el cuento, así que salió algo muy divertido. Espero que os guste y que opinéis.
La bruja golosa
Bueno chicos, voy a contaros,
como siendo una bruja golosa, acabé siendo asada en mi propio horno.
Yo vivía en el bosque desde
hacía muchos años en una casa de madera un poco aburrida y triste. Siempre me
sentía muy sola y decidí apuntarme a cursos de cocina para pasar el rato. Tenía
que practicar las recetas después en casa para saber si lo hacía bien.
Tan buenas eran mis recetas que
todo lo que hacía me lo comía, hasta que un día llegué hacer hasta 200 pasteles,
500 bombones y mil gominolas de diferentes colores. Como cada día iba haciendo
más y más dulces, no llegaba a comerme todos porque empecé a verme tan gorda
que me salió celulitis en todas las partes de mi cuerpo, y muchos granos, uno
muy gordo en la nariz.
Como encima estaba sola en este
soso bosque, nadie podía acompañarme para comerse conmigo esos riquísimos
dulces que preparaba todos los días, y claro, con lo caro que me salía a mí los
ingredientes, no iba a tirarlo a la basura! Era un pecado! Así que, pensando en
lo fea que era mi casa y viendo todos esos dulces amontonados a punto de
estropearse y que le salían hasta patas del moho, decidí hacer una casa de
chocolate y gominolas
¡¡¡¡Mi casa era preciosa!!!!! Con
miles de colores y olores que atraían a los pajaritos a mi ventana...hasta
que un día, no sólo llegaron pajaritos, unos raros niños con la cara sucia y
las manos llenas de barro, empezaron a hincarle el diente a mi preciosa puerta
de galleta oreo!! Con lo que me había costado esa receta!!!... quería esperar a
que se fueran para repararla, pero no hubo manera, después de comerse el
picaporte y el rodapié, empezaron a comerse el felpudo y ¡hasta la caseta donde
guardaba mi escoba!...
Entonces decidí invitarles a mi
casa para que al menos, no se comieran mis paredes de caramelo de dulce de
leche. Cada día les preparaba varios dulces porque si a ellos les gustaba,
pensé que les gustaría a todos los niños del mundo y ellos podrían encargarse
de propagarlo por los pueblos de alrededor y así convertirme en una gran chef.
Mi nombre sería SOCCIERE SUCRÉ y pondría
mi restaurante en la gran Torre Eiffel
Pero estos niños no paraban de
comer. Comían y comían, se ponían cada
vez más gordos y nunca me daban las gracias por mis ricos pasteles, ¡después de
tirarme todo el día cocinando!.
¡¡¡¡Eran unos desagradecidos!!!!
Como se notaba que en su casa sus padres no les daban ricas comidas!!!
Un día cansada de estos
antipáticos niños, decidí que prefería estar sola hasta conseguir triunfar como
chef, porque total, ya sabía que mis pasteles eran exquisitos! Quise echarles y
no había manera, así que les amenacé con que les metería en el horno! Se
pusieron a gritar como descosidos.
¿Pero es que estos niños no se
daban cuenta que con lo gordos que estaban no entrarían en el horno aunque de
verdad hubiera querido cocerles? Vamos, ¡¡¡qué ni haciendo palanca!!!
Pues nada, ellos gritaban y
gritaban, corrían por toda la casa, hasta que la niña tropezó con el gordo de
su hermano, me empujó con su enorme culo, con tan mala pata que me metí en mi
propio horno, ¡después de haber estado durante meses haciendo la dieta Dukan!
Así que aquí estoy,
consumiéndome entre mis propias llamas, pensando lo tonta que había sido,
amargándome con esa estúpida dieta, que de haber sido gorda, yo tampoco hubiera
cabido en mi horno
Así que un consejillo antes de
consumirme, quedaros como estáis, las dietas no son buenas!
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